Pálida morena
- Daniel Dumont Reyes
- 2 oct 2018
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 7 oct 2018

Tiene la mirada negra,
pupilas dilatadas en pie de guerra.
Dos hoyos negros embriagados de pestañas,
Telescopios diáfanos que devoran mis entrañas.
Infinitos círculos concéntricos de asfalto.
Ojos que delatan en un solo asalto.
Un roce de lejos, un choque de frente,
Focos por donde se escapan las profundidades de su mente.
Como prismas carnosos,
sus labios sonrojan de saliva.
Las puertas afiladas de su boca celan, como anfitrionas, los secretos de su aliento.
Son dueñas de un juego húmedo de sílabas,
Un vaivén de mariposas y mordidas.
Pálida morena, sirena del más de los tempestuosos mares.
Enigma inefable, laberinto de tormentos.
La estrella más ardiente de todo el firmamento,
Un vértigo vicioso de infinitos anhelos.
Pálida morena, flor ilícita.
Droga narcótica hedienta a poesía.
Amorfa y caótica, entera y serena.
Una entidad hermética, nunca explícita.
¡Oh pálida morena, oh plácida memoria!
Enigma de todos mis versos,
Haces que la punta de una pluma resuma todo mi universo y escriba...
Versos que son tuyos más que míos
Porque sin ti jamás hubiesen existido.
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